Las pruebas rápidas permiten analizar muestras y obtener los resultados en pocos minutos. Son concebidas para detectar la presencia (o la ausencia) de uno o varios marcadores en una muestra. Cuando ese marcador es específico de una determinada enfermedad, se denominan pruebas de diagnóstico rápido o pruebas de detección rápida. Las pruebas rápidas varían en función de las aplicaciones, los marcadores probados y los métodos de análisis, pero también en función del tipo de muestras que utilizan (sangre, orina, saliva, etc.). Las pruebas rápidas son fáciles de transportar y son relativamente baratas. También son adecuadas para realizarlas en puntos de atención, es decir, cerca de la ubicación del paciente (point of care o POC, en inglés). Constituyen una alternativa a los pruebas de laboratorio convencionales.